sábado, 10 de septiembre de 2011

La venganza del Rey: Capitulo 3

Julio, Julio. ¿Dónde se ha metido ahora? Si es que no se le puede dejar solo. En mi búsqueda de Julio, me acabo encontrando con otro personaje. Un tipo que vuelve de la barra haciendo ochos e intentando que el vaso no se le derrame. Da pena… Me acabo acercando a él con la excusa de ayudarle pero, lo cierto, es que tan sólo busco entretenerme un rato hasta que Julio aparezca.
El chico se sienta en uno de los sillones que adornan el lugar. Me quedo de pie frente a él. Y de repente y sin venir a cuento, empieza a contarme su vida.

-...Yo la quiero mucho -parece como si tuviese la lengua dormida, no vocaliza bien y además escupe mientras habla-. Demasiado, pero ella parece tonta. ¿Por qué no se da cuenta? ¿Es qué soy feo? ¿Ese es el problema? ¿Te parezco feo?
-Del montón.
-De montón… ¿De qué montón? ¿Del bueno o del malo?
-Del normalito.
-¿Y dentro del normalito?
-Yo es que soy más de calificar a las chicas que a los chicos.
-¿No eres gay? -Niego con la cabeza. ¿Pero de dónde se ha sacado que soy gay?-. Entonces me verás como un fracasado.
-No hombre, tampoco es eso…
-¿Cómo me ves como fracasado o como el number one?
-Yo que sé, del montón.
-¿Otra vez? -asiento sin saber bien que hacer.


Por fin da con ella. Noelia está con un chico rapado y que tiene una cicatriz en la ceja. Lo conoce. Lo vio el día que fue a El Descampado. Genial. ¿No había otro mejor con el que ligar?

-¡Noe! Te he estado buscando. Vamos, quiero irme a casa.
-Ahora no puedo -mueve la cabeza en dirección al chico, éste se da cuenta y sonríe quizá por el hecho de que se siente querido.
-No puedes hacerme esto.

El chico rapado interviene.

-La mayoría de mis amigos tienen moto, le puedo decir a alguno que te lleve.
-Que simpático… -dice de mala gana-. No, gracias. ¡Venga Noe!
-¡Qué no me puedo ir ahora! -suspira-. Antes he visto a Adrián, pídele que te lleve, tiene coche, ¿no?



El de pelo engominado y al que debe de correrle por las venas alcohol en lugar de sangre no deja de hablar de ella. De su amor platónico. Ya empiezo a estar harto, pero justo cuando decido ponerle una excusa para largarme…

-¿Adri?
-¡Ainhoa!

No me lo puede creer. Es ella. La de la noche anterior. La de los ojos azules. Y debido a la sonrisa del borracho, también debe ser su fantasía sexual.
¡La he encontrado! No puedo evitar interrumpirles.

-¡Joder, yo se quien eres! Me hiciste daño.

Me ignora.

-Adri, tienes que llevarme a casa.

Intervengo.

-¿Te va a llevar él? Pero si no sabe ni como se llama.
-Nadie te ha pedido opinión.
-No necesito que nadie me la pida.
-¿Te crees muy listo?

El borracho se levanta y se pone entre nosotros.

-¡Haya paz! Ainhoa te puedes fiar de él. Es un buen chico. Yo no dejaría que te subieras con cualquiera.
-El caso es que tú ahora estás borracho y no te veo en condiciones de aconsejarme.
-¿Y lo ves en condiciones de conducir? -me mata con la mirada-. No seas así mujer, tan solo intento ayudarte.

Y no sé porque, pero acabo cediendo. Supongo que alguien me tendrá que llevar y no, Adrián no está en condiciones.
Le hago un gesto a Ainhoa para que vaya saliendo a la calle y abrazo a mi supuesto nuevo amigo. Antes me contó que había venido en su nuevo conche y hay que aprovechar la información. Sin que se de cuenta, le meto la mano en el bolsillo de la chaqueta y le quito las llaves. Salgo de la discoteca. La chica me espera muerta de frío.

-¿Se puede saber cuál es tu vehículo? ¿Una moto? Me lo imagino, como todo buen macarra.

Sonrío mientras niego con la cabeza. ¿Cuál será el coche del borracho? Pasó los ojos por encima de las llaves y distingo el símbolo de Audi, los cuatro círculos. Me apoyo sobre el primer Audi que veo, un A3 quizás sea ese… Ainhoa supone que ese es mi coche e intenta abrir la puerta del copiloto. Cerrada.

-¿Quieres abrir de una vez?
-¿Cómo se piden las cosas?
-Por favor… -pide desganada.

Pulso el botón de la llave y se enciende un Audi A6 que hay aparcado unos metros más allá. Mierda. Me he equivocado. Miro a Ainhoa esperando que no se haya dado cuenta. Ella observa con la boca abierta el coche que acaba de encender sus luces. Me mira.

-¿Crees qué soy tonta?
-Un poquito -río.
-Ja, ja… Ese es el coche de Adri.
-¿Pero qué dices? Es mío.
-¿Quieres decir que tenéis el mismo? Que casualidad…
-Pura coincidencia -la miro serio-. Te juro que es el mío.
-Dudo que tus juramentos valgan algo.

Paso de ella y monto en el Audi A6. Lo arranco y me asomo por la ventanilla.

-No tengo toda la noche. Tú veras lo que haces.

Refunfuña un poco, pero acaba montando. Se pone el cinturón a la velocidad de la luz.

-No te fías de mí -niega con la cabeza-. Haces bien -sonrío.

Ainhoa alza la mirada y la oigo suspirar así que antes de hacer que el coche empiece a andar, sigo su mirada. Un ambientador con forma de “A” está enganchado con un cordel al espejo retrovisor. “A” de Adrián, supongo…

-¿Cómo te llamas? Ahora me vas a decir que tu nombre empieza por “A” ¿no?
-Pura coincidencia.
-¿Otra vez?
-Te lo juro.
-¡Te he dicho que tus juramentos no me valen! ¡Llévame a casa de una vez!

Me quedo parado delante del volante. Pensando en que haría si se enterase de que no tengo carné. Seguro que me liaría una buena.

-Vas a llevarme ¿o nos quedamos aquí toda la noche?
-Niña mala, ¿cómo se piden las cosas?
-Por favor -acaba pronunciando de mala gana.

Salgo del aparcamiento y empiezo a recorrer las calles. Ella me guía con las frases más cortas que encuentra, como si pensara que si habla más de la cuenta se arriesga a tener otra pequeña disputa conmigo. <<Gira a la izquierda. Sigue recto. A la izquierda>> Que graciosa, parece un GPS. <<Aparca ahí>> Yo me dedico a obedecer. El coche se para. Ella se quita el cinturón y yo me limito a observarla mientras lo hace. Cuando se libra de él, se da cuenta de que la miro.

-¿Quieres algo?
-Ya te lo dije ayer, ¿recuerdas? No pienso arriesgarme a otro guantazo.
-Imbécil.

Niego con la cabeza y sonrío mientras sale del coche. Da un portazo, busca las llaves de su casa e intenta encajarlas en la cerradura lo más rápido posible.

-¡Eh! -grito. Ella deja por un momento lo que está haciendo y gira la cabeza hacia mí. Abro la ventanilla del copiloto para que me pueda oír-. Que sepas que si resulta que la puerta está rota, le diré a Adrián que has sido tú.
-El coche es de Adri. ¡Lo sabía! ¡Te vas a enterar!
-¿Qué me va a hacer, quitarme a mi chica? No creo. Mi chica no le hace caso ¿sabes?
-Ahora resulta que tienes chica…
-La tendré. Tardaré lo que tardes en decidirte -sonrío-. Ya sabes por donde me muevo.    Nos vemos mañana.
-Ojalá que no.

Ignoro sus palabras.

-Ahora me tengo que ir. Buenas noches niña mala.
-¡Qué te den mafioso!
-¡Me llamo Erik!

2 comentarios:

  1. Me ha gustado este capítulo. La novela se está poniendo muy interesante y tengo ganas de conocer más cosas de ese tal Erik

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