domingo, 23 de octubre de 2011

La venganza del Rey: Capitulo 18


Se despierta sobresaltado. Con la sensación de que le falta algo. Se apresura en mirar si el dinero sigue donde lo dejó y suspira al comprobar que este no se ha movido del sitio. Es una sensación rara, como si el corazón empezara a helarse por un extremo y el hielo se fuese extendiendo poco a poco. Se toca el lado izquierdo del pecho. Sí, el corazón sigue latiendo. Pero continua con la misma sensación, le falta algo, hay un vacío, en su interior se encuentra mal y no entiende el porqué.
Una voz desde el otro lado de la puerta va dirigida hacia él.

-¡Está aquí Julio! -es Lucía.

Julio… Pasa por su mente el coche y por un momento se arrepiente, a decir verdad, mientras trabajaba, el dueño del BMW solo cumplía órdenes quizá se pasó. De todos modos, le servirá mañana cuando vuelva a intentar ingresar el dinero en la cuenta de su madre. ¿Sería más fácil dárselo a ella? Quizá, pero es tan cabezota que no se creería que de la moto o la “chatarra” -como ella la llama- se pueda sacar tanto dinero y además al contado. La verdad es que Luis en ese aspecto se ha portado de fábula.
Aporrean la puerta.

-¡Coño, vamos! -no hay duda, es Julio. Lucía aún no dice palabrotas.

Sale de la habitación sin ponerse nada encima. En verano duerme con poca ropa y ahora va directo a la ducha. Cuando abre la puerta de la habitación, se arrepiente de llevar solo unos calzoncillos, pero ya no hay marcha atrás.
Noelia gira la cabeza y Julio se asegura de que lo haya hecho. Fulmina con la mirada a Erik. Un poco más alejada de Julio y Noelia, está Ainhoa quien se debate entre mirar o no.

-¡Eres anormal! ¡Anda, tira! -Julio le señala la puerta que da al baño.
-¡No me has dicho que ellas estaban! -Julio incluso le alza la mano con rabia y Erik sale corriendo para el cuarto de baño.

Entra en la ducha. Sonríe. Eso era. Eso era lo que le faltaba. Anoche no se despidió de Ainhoa. Tiene la sensación de que tendrá que poner alguna excusa así que empieza a pensar.
Mientras en el salón, Julio está que trina.

-¡Es qué es un exhibicionista! ¡No tiene vergüenza!
-Tampoco es para tanto -lo interrumpe su novia-. ¿Nunca has visto unas tetas? ¡No te hagas el santo!
-Pero esto es diferente.
-¡Machista!
-No, nada de eso, yo os respeto, pero comprenderás que no me gusta que mi novia le vea la salchicha a mi amigo.
-¿Qué salchicha? Estaba en calzoncillos.
-O sea, lo has mirado…
-Pues un poco -le guiña. Le gusta ponerlo celoso-. Por cierto, creí que la barriguita la tenían todos tus amigos y Erik tiene…
-¡Erik es gilipollas, él no cuenta!

Lucía, sale de la nada y golpea con todas sus fuerzas la pierna de Julio. Todos se fijan en la pequeña.

-¡Mi hermano es mejor que tú!
-Lo que me faltaba.

La única que no se pronuncia es Ainhoa y no porque no quiera, es por no meterse en la discusión de la pareja.
Erik se termina de enjuagar y se seca. Enrolla una toalla blanca a su cintura que le llega hasta las rodillas. Abre un poco la puerta y asoma la cabeza.

-Aviso que voy a pasar otra vez.

Julio agarra a Noelia por el brazo y ambos se meten en la terraza.
Lucía, al ver que su hermano ya ha vuelto para defenderse por él mismo, se va.
Ainhoa, sin saber que hacer, mira a Erik a la cara. Éste le sonríe y le guiña para que se encuentre a gusto. De todas formas, se gira y a Erik se le borra la sonrisa. Sale del baño, cierra la puerta y recorre el salón. Gira el pomo de la puerta de su dormitorio, pero antes de entrar mira de reojo y se encuentra con que ella también está utilizando la misma técnica con él.
Ainhoa se acelera. El corazón le late a mil por hora. La ha pillado. Se siente como un ladrón que roba para comer y, sin embargo, va a juicio y más tarde a prisión mientras otros que roban por avaricia siguen libres. Y esto es porque ella necesitaba mirarlo, lo necesitaba de veras. De todas formas, no aparta la mirada.
Erik mira al frente de nuevo. Es consciente de que ella sigue mirando. Estira un poco la toalla hacia delante para que se ensanche, pega de nuevo la toalla a la parte delantera de su cintura y esto hace que por detrás la toalla se deslice un poco hacia abajo.
A los ojos de Ainhoa le llaman la atención el movimiento de la toalla, así que miran hacia allá, más por un acto reflejo que por interés. La chica aparta la mirada del culo rápidamente y Erik se sube la toalla como si nada y acaba de entrar en su habitación.
Julio sale de la terraza y al comprobar que su amigo no sigue allí, deja entrar también a Noelia. Aporrea la puerta para que Erik lo escuche, aunque también grita por si no ha conseguido llamar su atención.

-¡Cualquier cosa, Erik! ¡No te entretengas!
-¿Se puede saber a dónde vamos? -contesta al otro lado de la puerta.
-Pues ahora que sacas el tema, no hemos pensado en ningún lugar en concreto.

Erik sale al poco tiempo de la habitación con una camiseta blanca de manga corta y unos pantalones que le llegan por las rodillas al estilo hawaiano.

-¿Y si vamos al lago?

Confirmado, no son unos pantalones cortos, es un bañador.

-¿Con ellas?
-¿Sabéis guardar un secreto, no? -las dos chicas asienten.
-Está bien, pero me dejas que acompañe a Noelia a por un bikini que aquí el exhibicionista eres tú, no ella y ya de paso cojo yo uno mío.
-Pero, ¿acaso vamos a mojarnos?
-Es la idea.

Ainhoa mira a Erik intentando que lo entienda. Ella tampoco tiene bikini y no le apetece ser la única del grupo que no lleve. Erik parece no darse cuenta del significado de su mirada. Ahora está más pendiente a que le salga la jugada redonda.

-Bueno, como quieras, pero ya que vais a vuestras casas echar unos bocadillos, ¿no?
-Sí, claro, ¡el chef Julio para servirle! ¿Y tú qué? Estamos en tu casa…
-Me llevo las toallas.
-Está bien.

Julio y Noelia se van para tardar lo menos posible. Ainhoa mira a Erik.

-Yo no llevo el bikini puesto.
-Ven.

Pasan al dormitorio de Erik. Él abre el armario y rebusca. Tras trastear algo más de un cuarto de hora entre sus camisetas y pantalones, da con él. Saca un bikini naranja. Ainhoa lo mira extrañada.

-¿Tienes una doble vida?
-Es de una prima.

Ainhoa le aguanta la mirada para ver si sus ojos le delatan, pero nada. Erik sabe mentir y mientras ella sostiene entre sus manos el bikini, él recuerda aquella noche de finales de Mayo cuando quizás era temprano para ir a la playa, pero él y Julio fueron en la moto. Erik conoció a una surfera, se marchó con ella y dejó a Julio solo. Esa misma noche disfrutó de su cuerpo salado y el bikini fue el regalo que ella le dejó… Agita la cabeza para ahuyentar los recuerdos.

-¿Seguro que es de tu prima?
-Claro.
-¿Y dónde vive?
-En Madrid, viene poco.
-Ya… -le señala la parte de atrás de la pieza inferior del bikini y lee-. Club de surf valenciano -le tira el bikini a la cabeza-. ¡Idiota!

Erik le agarra las dos manos.

-Era una broma, además acabo de recordar que no puedo salir de aquí.
-¿Por qué?
-Mi hermana se quedaría sola.

Ainhoa recuerda a la pequeña que antes le estaba pegando a Julio en la pierna.

-Pero también lo podemos pasar bien aquí -sonríe con malicia.
-Que quede claro una cosa. No soy tu…
-¿Novia? No me hace falta novia, ya tengo. Es una surfera valenciana y le gusta pasarlo bien conmigo.

Ainhoa le da un guantazo en la cara, otra vez. Y otra vez escuece, otra vez quema, otra vez ese dolor. Ya no lo recordaba. Se acaricia la mejilla y se pone serio.

-Es broma Ainhoa, ¿Sabes? Hace tiempo me hiciste una pregunta y te la voy a contestar ahora, soy el rey cobarde.
-¿Eso quiere decir que lo que me dijiste aquella noche era cierto? -Erik asiente-. ¿Me quieres?

Erik sonríe y aprieta los labios. Está pensando en que decirle. Acerca el dedo pulgar al índice sin que se lleguen a tocar.

-Un poquito -le guiña.

2 comentarios:

  1. Que mono Erik... bueno, por fin he sacado algo de tiempo y me he puesto al día.
    Este capítulo ha estado bien. Me he reido bastante con algunas cosas como:
    -¿Qué salchicha? Estaba en calzoncillos.
    -O sea, lo has mirado…
    Y Erik en su línea con Ainhoa, cada vez me gusta un poco más
    Saludos

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  2. Gracias por leer, Ana. Por cierto acabo de leer tu última entrada y creo que te has superado, sigue así. Saludos.

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