domingo, 6 de noviembre de 2011

La venganza del Rey: Capitulo 23


Pulsa el timbre. Le abre Carlos Lucena. Se queda paralizado al verle. ¿Qué hace allí? ¿Ha venido a disculparse?
Erik abre las dos manos y las posiciona delante suya en señal de que no viene con ganas de guerra.

-¿Qué quieres?
-¿Está Ainhoa?

Al policía está a punto de darle un patatús. ¿Pregunta por Ainhoa? Lo que le faltaba. ¿No tendrán algo, no? Parece que lo de su hija y Erik va más allá de lo de aquella noche. Tendrá que hablar seriamente con Ainhoa. Aunque, por otra parte, ése es el hermano de Alex quien también aparentaba lo que no era. Pero claro, Alex jamás entró en su casa para dormir con su hija o darle voces y romper vasos… Está hecho un lío.

-Está estudiando.
-Dile que baje, tengo que darle algo.
-¿Qué?

Señala el pequeño macuto que cuelga de su hombro derecho. Carlos hecha mano a cogerlo, Erik lo aparta.

-Será un momento.

A regañadientes, Carlos acepta. Cierra la puerta como si temiera que Erik se colara. Sube las escaleras e interrumpe el estudio de su hija.

-Preguntan por ti.
-¿Quién?
-Erik Rivas.
-¡¿Qué?!
-Dice que tiene que darte una cosa.

Baja las escaleras sonrojada y no tarda en desplazarse hasta la puerta y en abrirla. Al verlo le entran unas ganas irresistible de abrazarlo, pero se resiste ya que escucha la tos de su padre que vigila desde la lejanía.

-Ya sabes lo que es -le entrega el macuto.

Se echa el macuto al hombro. Silencio.

-¿No me vas a decir nada? -nota el color de sus mejillas y baja el tono de voz-. Si es por tu padre, cierra la puerta y punto.

No está del todo convencida, pero se decide y tira de la puerta de manera disimulada. Se acerca más a él.

-¿Se puede saber por qué se te ha ocurrido la idea de que mi padre se entere de lo nuestro?
-No estamos haciendo nada malo.
-Ya, pero él no quiere que salga con chicos.
-Pues que se joda.

Ainhoa le golpea el abdomen con cuidado de no darle muy fuerte.

-¡Es mi padre!

Mientras tanto, dentro de la casa, Carlos intenta buscar la ventana idónea por donde espiar a su hija. No tarda en encontrarla. Se asoma creyendo que no lo han visto. Se equivoca. Erik lo mira de reojo una milésima de segundo. Después, bajo la atenta mirada del policía, abraza a Ainhoa por la cintura y la besa. Carlos siente como algo arde dentro de él. Erik lo mira mientras besa a su hija. Carlos se da cuenta y pasa el dedo pulgar por su cuello en un gesto que expresa todas las ganas que tiene de matarlo. Los chicos se separan y Erik vuelve a mirar a Ainhoa. Sonríen. Carlos se marcha para no ser descubierto por su hija. A veces es mejor no seguir mirando.

-Sube a estudiar.
-Quiero estar contigo, sube.
-¿Y tu padre?
-Que le jodan, ¿no?
-No creo que sea buena idea.
-Estás bien. ¿Cuándo te veo, entonces?

Erik ignora su pregunta.

-No quiero entretenerte más, ve a estudiar.
-Sí ya me lo sé todo.
-Ve a estudiar, Ainhoa.

Termina por rendirse y vuelve a entrar en su casa. Se cruza con los ojos de su padre que aún está atónito tras lo que ha visto. No sabe ni que va decirle cuando disponga de hablar con ella.
Ainhoa se sienta de nuevo en la silla y se acerca al escritorio para volver a repasar lo que lleva repasando horas. Algo la interrumpe. Unos golpecitos molestos. Mira a su alrededor. Viene de allí. Fija la vista en la ventana. Una mano la saluda. Abre la ventana y Erik entra.

-¿Cómo has entrando?
-Escalando -responde entre jadeos-. Querías estar contigo.
-Estás loco. Tendría que matarte.
-Al menos moriría entre tus brazos.
-En el fondo eres un romántico.
-Que va -cambia de tema-. Venga, vamos a estudiar.
-¿Qué vas a estudiar tú?
-A ti.

Ainhoa suelta una carcajada.

-No te rías.
-Es que soy feliz.

<<Venga Carlos, ahora o nunca>> El policía intenta auto convencerse conforme sube las escaleras. Toca a la puerta del dormitorio de su hija y a continuación no duda en abrir sin recibir permiso para hacerlo.

-Ainhoa, tengo que hablar contigo.

Ainhoa borra su sonrisa y empuja a Erik hacia la ventana, pero el se niega a salir y acaba escondido debajo de la cama.

-Pasa -Carlos entra a la habitación-. ¿Qué querías?
-Iré al grano porque sé que está atareada… ¿Sales con Erik Rivas?
-¿A qué viene esa pregunta?
-No sé, a mi también me pilla por sorpresa. Creí que tu novio era Adrián.

Ainhoa respira profundamente para coger fuerzas. Nunca le han gustado este tipo de conversaciones.

-Sí, papá. Mi novio es Erik y soy feliz.
-Siempre pensé que acabarías con Adrián.
-Adrián es imbécil.
-¿Te ha hecho algo?
-No.
-¿Entonces?
-Cosas mías. ¿Tienes algún problema con Erik?
-No, que va. Es solo que… Tengo que contarte algo.

Y le habla. Le habla de cosas que ya había escuchado antes, pero ahora ve las cosas desde otra perspectiva. La perspectiva de su padre que le cuenta la historia de un tal Alejandro Rivas. Un chico valiente, amigo suyo. Un chico del que no es la primera vez que le hablan. Recuerda cuando Erik le contó la historia de su hermano, pero él no lo había vivido igual que su padre. Al parecer ese chico era bastante querido y pasó por demasiados problemas. No lo merecía. Nadie los merece, pero menos alguien como él. Alguien que se mete en algo así porque le hace falta el dinero, alguien al que su hermana pequeña llegaba a llamar papá en algunas ocasiones, alguien único.

-… Dejemos en jaque a Cavallari. Solo estábamos Alex, Santi, Cavallari y yo. El italiano no tenía escapatoria. Todavía no me explico como pudieron salir las cosas así.

El que se esconde debajo de la cama, llora en silencio. Si hay algo peor que llorar de tristeza es querer llorar y no poder. Pues no estaría bien que Carlos descubriese el pastel justo ahora. Por eso llora en silencio. Cierra los ojos. Puede verlo. Su hermano le sonríe. Parece tan real. No siempre puede verlo. A veces tiene la sensación de que va a olvidar su rostro, sus gestos, su forma de hablar. Y entonces solo quedarán las fotos, esas fotos que él se niega a mirar. Joder, no quiero recordar una maldita foto, quiero recordarlo a él. A él con su alegría. A él con su simpatía. A él con su sonrisa. A él con sus consejos. A él.
Ainhoa se atreve a ir más allá de lo que su padre está dispuesto a contarle.

-¿Quién lo mató?
-Murió y punto, lo demás da igual. Te preguntarás que tiene que ver todo esto con Erik. Quiero dejar claro que no lo discrimino por los problemas en los que llegó a estar metido su hermano. El asunto es que él sigue obsesionado con el tema. Ayer vino a casa y compartimos más que palabras.
-Tú le pegaste…
-Veo que estás informada.
-Él no me dijo nada.
-Ainhoa, no puedo evitar pensar en que Erik sale contigo tan solo para hacerme daño.
-Me trata bien.
-Por el momento. No sería la primera vez que… -frunce el ceño-. Tengo que irme.

Carlos se marcha y Erik sale como puede de debajo de la cama. Ainhoa lo observa sin saber como reaccionar, ¿y si su padre tiene razón?

-¿No le creerás? Es absurdo.
-Pero es una opción.
-Vamos, sabes que nunca te haría daño -se acerca para besarla, pero ella lo esquiva-. No…
-Hablamos mañana.
-A lo mejor mañana soy yo el que no quiero hablar.
-Tengo que estudiar. Vete.

No hay comentarios:

Publicar un comentario