Ainhoa agradece a Julio la información. Se monta tras él en una moto que sólo Julio sabe de donde ha salido y emprenden el camino en silencio. Ninguno de los dos sabe nada.
Julio ya ha estado esa misma mañana con Erik y sabe que Ainhoa necesita verlo después de los cuarenta y cuatro días que ha pasado en paradero desconocido.
Aparcan la moto y se acercan andando al lago y manteniendo nula la conversación.
Lo ven apoyado en un árbol y sentado sobre la hierba. Reflexivo, pensativo, tranquilo. Tanto a Julio como a Ainhoa le sorprende verlo así. Julio se detiene.
-Yo ya he ayudado. Lo demás es cosa vuestra.
-Gracias, Julio.
Se abrazan y Julio desaparece.
Ainhoa se acerca a paso lento pero firme a Erik que se da cuenta de quien es la persona que se le acerca, pero no se levanta a recibirla. Aún sigue dándole vueltas a lo sucedido hace unas horas, no da crédito.
Ainhoa se acuclilla frente a él. Erik mira al suelo para evitar sus ojos azules.
-¿Dónde has estado?
-Tomando decisiones.
-¿Ha sido culpa mía? -Erik niega con la cabeza-. ¿Estás enfadado? -misma respuesta-. Mi padre me ha dado esto para ti -le entrega una carta, Erik la abre sin dudarlo un solo segundo-. He tenido la tentación de abrirla y leerla, pero no lo he hecho.
Erik no escucha esto último, está más atento a las palabras que ha escrito Carlos Lucena pensando en él.
“Hola, Erik. No te escribo para intentar que no me odies, estás en tu derecho de hacerlo. Te escribo para agradecerte que no lo hicieras. Por un momento llegué a dudar y aún no sé si seguir vivo es lo más justo. Tampoco te escribo para que me perdones, yo no me perdonaría. Me has demostrado que eres digno de pertenecer a mi familia, pero dudo que quieras compartir algo conmigo. Lo que quiero decir es… mi hija no disimula nada bien y sé que te quiere, no pagues con ella mis errores. No le he contado a nadie lo que ocurrió la noche pasada, a ella tampoco. No me voy a interponer”
Vuelve a recordarlo todo de nuevo. Su pistola tocando la cabeza de Carlos Lucena, él que se decide, cierra los ojos y sin pensarlo más dispara al aire y revienta la bombilla. La oscuridad absoluta que se hace y él que suelta la pistola y sale corriendo. No tiene idea de cómo Carlos se ha podido desatar solo. Tampoco le importa.
Rompe la carta en mil pedazos y los lanza por los aires. Él tampoco desvelará el secreto del policía. No lo mirará a los ojos, no hablará con él, lo odiará, pero la hará feliz. Por primera vez tras cuarenta y cuatro días la mira. Ella es para él. Lo sabe, está seguro y al pensar en ello suelta una sonrisa.
-Te echaba de menos, reina.
-¿Por qué desapareciste?
-Asuntos de palacio.
-¿Y en qué consistían?
-En nada tan importante como para interrumpir este momento contigo. Ven.
Ainhoa se sienta recostada entre sus piernas. Erik le acaricia el pelo.
-Adrián te ha insultado -Ainhoa mira hacia-. Me lo ha dicho Julio.
-Maldita Noelia, ¡es una cotilla!
-¿Por qué no me lo dijiste?
-Es una tontería y además hace ya bastante tiempo.
-Me da igual. Tengo mucha rabia acumulada y es la excusa perfecta para soltarla.
-Por favor no te metas en líos con Adri, es igual, de verdad.
-Como quieras.
Ainhoa respira aliviada y Erik piensa en buscar a Adrián en cuanto oscurezca.
-Quiero que esto sea así siempre.
-¿Así?
-Tu y yo juntos, solos, sin enfados, sin vergüenza, sin… no sé
Erik se inclina y le besa la cabeza.
-Te prometo que será así siempre.
Ainhoa se revuelve y se sienta sobre sus muslos para verle la cara. Erik alarga el cuello y la besa.
-También te prometo que no voy a meterme en líos gordos ni en cosas raras, ya no.
-¿Y eso?
-Es mejor dejar las cosas como están, cada uno tendrá lo que se merece en el futuro.
-¿Hablas de Cavallari? Dicen que ha escapado, según las agencias de viajes tenía registrado tres billetes: uno para Roma, otro para Pekín y el último para Túnez. No saben hacia donde ha podido escapar.
-Túnez.
-¿Por qué?
-Roma es su ciudad natal y sería predecible encontrarlo allí y Pekín… -recuerda el momento en el que Cavallari le enseñó el billete de avión, nunca ha creído en que el italiano hubiese sincero con él en esa ocasión-. Pekín no, créeme, está en Túnez.
-Si insistes, se lo diré a mi padre.
Ainhoa le besa la frente y más tarde los labios. Se toma todo el tiempo del mundo, al fin y al cabo, disponen de todo el tiempo del mundo y piensa exprimir cada segundo a su lado. Lo abraza, lo siente cerca y le parece increíble tras tanto tiempo. Toma el control de la situación. Es ella quien lo controla a él y él se deja llevar.
<<Ojos azules. Sí, ojos azules. Y ahora sé que no los poseo, que tras todo lo vivido no son míos. El cazador, cazado. Yo soy el que pertenece a ella. Yo por completo. Por primera vez en mi vida me siento la presa y me gusta>>
Preciosoooo!! me encanta el final...
ResponderEliminarSi vuelves a escribir otra historia hazmelo saber por favor :)
ResponderEliminarMe ha encantado el final. Ya creía que iba a ser tan desastroso (no la forma de escribir, sino el hecho) como tu anterior novela, pero no, me ha encantado.
ResponderEliminarCreo que escribes muy bien y si abres un nuevo blog o te pasas a los relatos cortos, ya sabes, me avisas :)
Muchísimas gracias a las tres. Voy a seguir publicando en este blog relatos cortos que quizá los llame "cortitos" e intentaré actualizar al menos una vez por semana. Empezaré otra novela, pero le doy muchas vueltas a los nombres y no la empiezo por eso mismo, ¿algún nombre de chica que os guste? =)
ResponderEliminarAnónimo dime quien eres y te aviso :)
Besos.