Erik se va. ¿Cómo se atreve? ¿Cómo es capaz? ¡Con todo lo que he hecho por él! ¡Cerdo asqueroso! No es más que un desgraciado. ¿Se cree que se va a ir de rositas? ¿Se cree que puede hablarle de esa forma? Está dispuesto a hacer lo que sea porque ese imbécil vuelva a sus manos. Pero antes habrá que darle un toque de atención. Antes habrá que dejarle claro quien manda en este negocio. Quien es el que toma las decisiones. Quien es el que decide quien se va y quien se queda.
Cavallari marca un número de teléfono.
-¿Señor? -responden al otro lado de la línea.
-Germán, tengo un trabajo per te.
-¿Ejecutar?
-No, esta vez no se trata de eso. ¿Serías capaz de hacer sufrir a un hombre sin matarlo ni partirle ningún hueso?
-No entiendo porque me pide esto.
-No necesitas sabelo.
-Creo que podré.
-¿Crees?
-Le aseguro que podré.
-Eso está mejor.
-¿Cuál es la víctima?
-Todo a su debido tiempo. Te espero esta noche en el garaje. No falles.
Dos de la madrugada. Julio ha accedido de una vez por todas a presentarle a Noelia y después Erik no se ha podido negar a dejarle la moto para que la lleve a casa así que él vuelve andando. Feliz. Se ha quitado un peso de encima. Atrás quedó la lucha, Cavallari, la sangre… Claro que también ha tenido que romper la promesa que hizo cuando murió su hermano. Ahora es prácticamente imposible encontrar al que lo mató. Supongo que mejor así. Encontrarlo tan solo traería problemas. Pasa por una calle silenciosa. Desierta. Debe ser el lugar más tranquilo de la ciudad. Y, de repente, ¡pum! Un golpe seco en la cabeza lo hace caer al suelo.
Abre los ojos. Tiene la cara tapada con una bolsa de plástico, le han quitado la ropa y tan solo le han dejado los calzoncillos, una cadena que está cogida al techo le tiene atadas las manos. Así que está de pie y con las manos en alto. Fruto del pánico empieza a respirar cada vez más rápido tanto por la nariz como por la boca, la bolsa se le pega a la cara al coger aire y eso le pone más nervioso.
-Parece que te has despertado. Si fuese tú, me tranquilizaría, no quiero matarte, pero si sigues tomando aire de esa forma, será como un suicidio -suelta una carcajada.
Reconoce esa voz. Esa sangre fía que nunca antes había sufrido en sus propias carnes. Ese acento italiano. Es Cavallari.
-Suéltame o te juro que voy a destrozar tu vida.
Cavallari da una larga calada a su puro y ríe.
-Te soltaré cuando yo quiera. Te recuerdo que aquí el que da las órdenes soy yo. Yo decido contra quien luchas. Yo decido cuanto cobras. Yo decido quien se sale del clan -hace un descanso en esta última para dar otra calada-. Y como tú no has respetado mis decisiones, me veo en la obligación de decidir tu castigo. Yo soy el jefe.
-Tú no eres un jefe. Tú eres la vergüenza de las ratas.
Cavallari coge un cubo lleno de agua helada que hay en el suelo y se lo tira a Erik por la cabeza.
La bolsa se le pega a la cara completamente, no puede respirar y cada vez que lo intenta la bolsa le entra dentro de la boca y se ahoga. Intenta quitarse la bolsa, pero es imposible. Lo único que consigue es tener que respirar más y, por lo tanto, asfixiarse antes.
-¿No te gusta el agua? Pues no insultes. La mayor rata que hay aquí eres tú.
Erik se impulsa para intentar darle una patada, pero es imposible. Cavallari la esquiva con facilidad y Erik lo único que consigue es hacerse daño en los brazos. Ahora la garganta le hace un sonido extraño cuando intenta coger aire y empieza a toser y, con la tos, aquello sólo se vuelve más desagradable y más asfixiante.
-Creo que deberíamos quitarle la bolsa, señor -propone una voz que no había sonado antes.
Cavallari asiente y el tipo le quita la bolsa de la cabeza a Erik. Erik empieza a respirar rápido y profundo. Como si tuviese la sensación de que el oxígeno se va a acabar de un momento a otro. Tose unas cuantas veces y después se centra en los hombres que tiene delante. Uno es Cavallari que le sonríe disfrutando de la escena. El otro tiene la cabeza gacha, pero lo reconoce por el pelo. Lo lleva negro, un poco largo y echado hacia atrás. Sin duda lo ha visto antes. Sin duda, es Germán. El mismo Germán con el que ha reído tantas veces, al mismo al que ha sacado de problemas en más de una ocasión…, el mismo que le está ayudando a Cavallari a torturarlo.
-No sé que da más pena, que sea la rata la que mande o que haya personas que sigan a la rata.
-Mio campione -pese a todo lo que está ocurriendo, Cavallari lo sigue llamando así-, no te conviene insultar. Escúchame, soy un buen hombre y tú eres un buen luchador, podemos hacer las paces, volver a estar como antes y todos contentos.
-Nunca.
-Es que no hay otra opción -vuelve a disfrutar de su puro-. Si no accedes ahora, lo harás cuando ya no puedas soportar el dolor.
-Soy duro.
-Y yo tengo mucho tiempo. Te hago por segunda vez la pregunta. ¿Vuelves a los regazos de esta rata?
-No.
-Está bien, como desees. Germán, ya sabes lo que tienes que hacer. Estaré vigilando.
Germán alza la cabeza por primera vez y asiente. Cavallari se sienta en una silla que hay algo más alejada. El esbirro del italiano se acerca a Erik decidido. Éste intenta frenarlo a base de palabras.
-Germán tú me conoces. Yo no te haría nunca nada así -Germán se acerca cada vez más y cuando Erik ve que carga el puño cambia radicalmente de palabras-. Te juro que como me toques te partiré la cara.
Pero no sirve de nada. ¡Pum! Germán le golpea en el estómago. Erik suelta tosiendo el aire que acababa de coger. Siente el dolor y, de repente, es como si no pudiese coger oxígeno. La primera vez que toma aire tras el golpe tiene que hacer un gran esfuerzo, después parece que cada vez le cuesta menos.
Germán mira de soslayo a Cavallari y este le hace un gesto para que siga. Germán lanza su puño contra el labio de Erik. El que ha recibido el golpe cierra los ojos y se queja un poco. No quiere que Cavallari disfrute tanto y gritar sería como darle a su película diálogo. Germán insiste unas cuantas veces más en el estómago. Seguidas. Comos si se tratase de un saco de boxeo. Termina la serie de golpes con una patada en el costado y entonces Erik se queja. Quizá porque no se lo esperaba. Al oír el grito, Cavallari se acerca y Germán para un momento.
-¿Vuelves al negocio?
Erik dibuja una media sonrisa y tuerce el gesto. Cavallari vuelve a dar una calada a su puro y le echa el humo a la cara. Erik le escupe al italiano. Cavallari empieza a soltar a diestro y siniestro insultos en italiano que solo entiende él. Busca algo con lo que limpiarse, pero no encuentra nada y acaba por limpiarse con su propia chaqueta, después se la quita y la tira al suelo. Erik se ríe. Cavallari se acerca a él, agarra el puro por el extremo por el que se coge y por el lado que está ardiendo, se lo acerca a Erik al pecho. Erik aprieta los dientes para no gritar y Cavallari, en un intento de hacer que grite, aprieta aún más el puro contra su pecho.
Cuatro de la madrugada. De nuevo y fiel a su estilo. Noelia se ha ido sin avisar y la ha dejado sola en la discoteca. Ainhoa a estado buscándola durante mucho tiempo y al final con quien ha dado ha sido con Adrián. Al encontrarse con él creía que ya tendría transporte, pero nada de eso: Adrián estaba de nuevo borracho y lo único que hacía era hablar. Después de eso, la única opción que le quedaba era arrastrase así que ha buscado, con disimulo, a Erik por toda la discoteca, pero no. No estaba. O eso, o que no ha buscado bien. El caso es que, ya sea porque la gente se va sin avisar, se emborracha o simplemente no da con ella, ahora se ve volviendo sola a casa y con ningún otro medio de transporte que no sean sus piernas. Entra al parque sin pensárselo dos veces, siempre ha preferido cruzar el parque que pasar por esa calle. No es que la calle tenga algo especial. Es simplemente un pálpito. Nunca ha cruzado por allí cuando ha ido andando sola y tarde y hoy no va a ser el primer día. Siempre le ha parecido más seguro entrar al parque y salir por la verja que hay en el otro extremo. Pero, que tengamos el pálpito de que un lugar es más seguro que otro, no significa que lo sea. Ve como un tipo suelta a otro en el lugar más oscuro del césped del parque y después huye. ¿Un asesinato? Intenta hacer como si nada, pero cuando cruza por delante del cuerpo no puede evitarlo. Esas cosas no se pueden evitar. No cuando tu padre es policía. No cuando tu amiga ha desaparecido sin dar explicaciones. No cuando tu sueño es ser un tipo de superhéroe anónimo. No cuando, para que nos vamos a engañar, eres curiosa. Se agacha para ver a la víctima. Cerca del labio tiene sangre seca, pero aún le sigue saliendo así que hace poco que le pegaron. Tiene la ceja hinchada y el ojo morado. Le mide el pulso. Está vivo. Se lo piensa dos veces. No es fácil llevarte a un desconocido a casa y más a un desconocido con problemas. Pero al final decide hacer lo correcto. Lo levanta, se pasa uno de sus brazos por encima de su espalda y lo lleva como el que lleva a un amigo que se acaba de doblar el tobillo. El cuerpo del desconocido, cae sobre ella con todo su peso. El tipo está inconsciente y no puede hacer fuerza.
Joder... que miedo me da :S
ResponderEliminarSi despues de una ruptura todos quisieramos matar a nuestra pareja (y en sentido figurado) esto sería un poco de caos ¿no crees?
o.O Y por desgracia a veces pasa... Pero si fuera siempre, sería más caos y más sufrimiento aún.
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