domingo, 9 de octubre de 2011

La venganza del Rey: Capitulo 13


Otro día más y sin el dinero, Julio se encamina al barranco. Hoy ni ha consultado a Erik para que lo acompañe. Total, ¿para qué quiere Erik verlo morir? Porque, si una cosa es segura, es que el tipo ese no lleva a los matones para que le hagan compañía y le den tema de conversación.
Alguien lo llama a voces y Julio se gira. Cambia la cara de tragedia por una de felicidad al descubrir que Erik corre hacia él. Cuando llega se dobla sobre si mismo y coge aire y lo suelta rápidamente. Está cansado, ha llegado de milagro.

-Lo siento, se me han pegado las sábanas.
-No recuerdo que hallamos quedado.
-¿Creías que te iba a dejar solo? Son quinientos, ¿no? -Julio asiente con la cabeza sin salir de su asombro, ¿por qué Erik sabes eso? Erik le entrega un sobre y Julio lo agarra-. Que no te maree, estoy seguro de que intentará subirte el precio, no lo permitas -Julio no puede hacer otra cosa que negar con la cabeza-. Así me gusta.
-¿Dónde has conseguido el dinero?
-¿Importa eso? Ya te lo diré.

Julio se reúne con el jugador de poker en el barranco. Erik permanece escondido. Julio entrega en mano los quinientos euros. El hombre hace un rápido recuento.

-¿Dónde se consigue tanto dinero en tan poco tiempo?
-Pues… en… ya sabes en… -Julio no es capaz de articular más de tres palabras seguidas.

Erik sale al rescate y se deja ver por primera vez. Aunque, el jugador de poker, como gran entendido del mundo del tráfico y de las apuestas, sabe perfectamente quien es ese chico que aparece de la nada para ayudar a aquel infeliz.

-¿Y de dónde coño sale el sueldo de tus matones? No preguntes, simplemente cógelo. Está limpio.
-¿Erik? Cavallari estará contento de saber que te ganas la vida honradamente y sin dinero negro de por medio.
-No tiene porque enterarse.
-Claro, no tiene porque enterarse -responde mientras piensa en la forma más rápida de llegar hasta el italiano.

Cuando el jugador de poker y sus acompañantes se largan, Julio suspira y mira inquisitivamente a Erik. Ha llegado la hora.

-Despídete de la Yamaha.
-¿Cómo? No, no puede ser, ¡estás loco!
-Sí, por ti.
-Pero si te encantaba, era una de tus razones de vivir, estaba siempre impecable, apenas tenía kilómetros, nunca había fallado…
-¡Quieres parar! No eches más alcohol en la herida, no vaya a ser que me de por jugar con tu cara y acabes mal.
-Vale. Pero ahora, ¿quién nos lleva al lago?

Erik le da unos golpecitos en la barriga.

-No te vendría mal utilizar las piernas.

Erik empieza a caminar. Julio, en cambio, se sube la camiseta y observa su barriga. ¿De verdad está gordo? Pero si aún se le notan un poco los abdominales de cuando iba al gimnasio. Quizá sea hora de volver a machacarse de nuevo aunque solo el hecho de pensarlo le da pereza. Aunque, bien mirado, tampoco está tan mal, ¿acaso lo de Erik era una broma? Sale a correr para alcanzar a su amigo.

-¿Hablas en serio? No estoy tan mal, ¿verdad? -Erik lo ignora-. ¡Venga hombre! Si me vecino pesa el doble que yo y tiene las chicas que quiere.
-Tu vecino pesa el doble que tú y tiene el triple de dinero que tú pudieras gastar en una vida.
-¿Y por eso vive en un bloque de pisos?
-Para no llamar la atención. En verano desaparece, se dice que tiene una mansión en Nueva York.
-No me lo creo. Además, las chicas no miran ni el físico ni el dinero, siempre dice que lo importante es el interior.
-Ya…
-¿Qué quieres decir con eso?

Erik se para y pone sus manos sobre los hombros de Julio.

-Oye, si lo que te preocupa es el amor, no creo que te deje la chica con la que estás.

¡Pom! Es como si una bomba cayera bajo sus pies. Julio se sonroja. ¿Cómo es posible que se entere de todo? ¿Acaso le ha instalado una microcámara para ver lo que hace cuando no está con él? Erik responde a las preguntas de Julio sin que este tenga que formularlas en voz alta.

-Te espié en el parque hace algunos días -Julio abre la boca para protestar, pero Erik se lo impide-. ¡No sabía a dónde ibas! Era la primera vez que no querías que te acompañase y temí por tu seguridad.
-Chismoso.
-Oye que no se lo he dicho a nadie.
-Pero te vas a reír de mí -Erik lo niega-. ¿Entonces?
-¿De verdad te gusta? -Julio responde que sí tímidamente-. Pues no la cagues. Déjate de apuestas y de tonterías.
-Eres un buen amigo, Erik. ¿Sabes qué? Vente al cine con nosotros esta tarde.
-¿Quién vais?
-Pues Noelia, yo, Ainhoa y Adri. Esos dos son amigos de mi chica.
-¿Ainhoa?

El nombre se repite una y otra vez en su cabeza como si se tratase de un eco interminable. ¿Ya se ha olvidado de mí? Y él que pensaba que estaría esperando a que él apareciese. ¿Va a salir con otro? Pero si se divirtió hablando con él, como es posible… Y encima es Adrián, el tipo borracho, el del Audi. Tierra trágame.

-¿Pasa algo?
-No, nada. Es solo que no puedo ir.



Mientras Ainhoa se viste, Noelia no deja de calentarle la cabeza.

-¿Estás segura? Mira que si Erik se entera puede perder el interés.
-No lo he visto desde el domingo por la mañana.
-Tampoco ha pasado tanto tiempo.
-¿Se puede saber que tienes en contra de Adri?
-Es un creído, pijo, a menudo insoportable y, en ocasiones, idiota.
-Nunca te has quejado de él.
-Es que no es lo mismo el Adri amigo y el Adri novio. El Adri amigo es genial, pero ¿sabes porque dejó a Teresa? Porque él tenía demasiado prisa por llegar donde nadie había llegado con ella y ella le pidió que esperara.
-Sí, recuerdo esa historia. Adri esperó.
-Esperó hasta que se encontró con Carla que sí le daba lo que quería y dejó a la pobre Teresa.
-Bueno, vale, lo que tú digas. ¿Y quién te dice a ti qué Erik no es igual?

El móvil de Noelia empieza a sonar y Ainhoa recibe como respuesta un gesto con la mano que indica que ya le responderá más tarde. Pulsa el botón verde y comienza a parlotear. Es Julio.
Por fin deciden dar por zanjada la conversación y Noelia no podría haber agradecido más esa llamada. Ahora tiene más argumentos para defender a Erik y hundir de una vez por todas a Adrián.

-Julio me acaba de decir que Erik sabe lo nuestro y, contra todo pronóstico, lo único que ha hecho ha sido darle consejos y decirle que no se corte para hablar de esos temas con él. Eso en fútbol lo llaman gol.

Ainhoa sonríe.

-No se ha preocupado de buscarme ni de saber de mí, estoy en mi derecho de ignorarlo un poco.

Noelia resopla, es imposible hacerla entra en razón y con un <<lo que tu digas>> da por finalizado el tema y empieza a hablar de otra cosa. Esta vez de música y ahí sí están de acuerdo. Cero flamenco, algo de techno, un poco de rap de la tierra, pop y todo hit que aparezca de repente y que se marche al cabo de unas semanas por ser demasiado repetitivo.



Las dos parejas van juntas al cine, cada uno pensando en sus cosas.
A Julio le preocupa su cuerpo, sigue sin saber si lo de Erik era una broma o un consejo.
Noelia no deja de fingir falsas sonrisas delante de Adrián cuando la realidad es totalmente distinta. Al menos ha conseguido que no vayan solos.
Ainhoa sufre un pequeño lapsus y fracasa en el intento de olvidarse de Erik y todo por culpa de su amiga.
Adrián mandaría encantado a Julio y a Noelia a cierto lugar donde también hay moscas… Pero opta por hacer como que no le importa.
Adrián y Julio se acercan a comprar las entradas mientras Ainhoa y Noelia compran las palomitas y los refrescos. Después entran todos juntos en la sala.
Un chico que está el último de la fila que hay para sacar las entradas, hace lo que puede por colocarse el primero temeroso de que le quiten el sitio. La gente se queja, pero él hace como si nada y consigue su objetivo.

-Dígame -le dice la chica que hay vendiendo las entradas.
-Es complicado de explicar. ¿En qué película se han metido los dos chicos de antes?

La dependiente lo mira sin entender nada. Erik intenta explicarse diciendo la verdad a medias.

-Es que son mis amigos. Hemos quedado, pero he salido tarde de la biblioteca.

Sabe que los intelectuales transmiten más confianza, así que no duda en disfrazarse de ellos.

-Las han sacado para “Agua para elefantes”

Mierda. Una romántica. Lo que faltaba.

-De acuerdo, dame una entrada para esa.
-¿Te pongo en un asiento al lado de ellos?
-¡No! -se da cuenta de que su negación ha sido demasiado rotunda. Sonríe y rectifica-. Quiero decir, no. Es que son unos plastas y el vampiro en esta película me han dicho que está increíble.
-¿Quiere decir Robert Pattinson?
-Sí, es espectacular.
-Y muy guapo, ¿no?
-Por supuesto -se da cuenta tarde de lo que ha dicho. Solo entonces se da cuenta de la belleza de la chica con la que está hablando. La misma que ahora piensa que gay. Intenta arreglarlo-. O eso dicen las chicas. Yo lo admiro como actor.
-Ya… -la chica muestra una cierta decepción. No falla: los más guapos están casados o son homosexuales.

La gente se empieza a quejar y la empleada se da prisa.

-¿Prefieres algún asiento?
-Ponme justo detrás de mis amigos.

La empleada obedece y se apresura en darle la entrada. Erik le paga y entra en la sala, sin despedirse y sin dar las gracias. La chica que vende las entradas duda de que viniese de una biblioteca pero gracias al trabajo, consigue olvidarlo en menos de un minuto.
Las luces se apagan y comienzan los trailers.

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