Las palabras de Julio retumban ahora en su cabeza. Incansables, persistentes, una y otra vez, como un eco que siempre escucha con la misma fuerza. <<Ven, te lo pasarás bien>>. Pero ya es tarde, ¿no? Mira el reloj de la cocina. Las once y media. Ya ha pasado el tiempo suficiente para que Ainhoa se emborrache y se deje toquetear por el gilipollas ese… Hay que joderse. ¿Ya se ha olvidado de mí? ¿De la noche de la paliza? Cierra mis heridas para abrir otras… Claro que puede quedarse quieto y no hacer nada o salir ahí fuera, entrar en la fiesta del tal Marco y decirle de una vez por todas lo que siente. Necesita despejar sus ideas. Entra en el baño, se echa agua fresca a la cara y ahora parece verlo todo más claro. Ahora parece evidente lo que debe hacer. No pierde ni un segundo. Sale corriendo y cierra la puerta que da a la calle dando un portazo.
¿Cómo es posible? ¿Siempre se tienen que colar la pesada de Noelia y su novio el chungo? Adrián se acerca a Marco para zanjar el asunto.
-¿No quedemos en que esos dos no entraban?
-Es mi fiesta. No creo que debas ser tú el que la organice. A Noelia la conozco de toda la vida.
-Ya pero, ¿y su acompañante?
-¿Qué tiene de malo? Va bien vestido y se está comportando bien.
Adrián abandona la idea de hacerle ver el panorama a Marco de la misma forma que lo ve él. Se acerca al grupo. Julio, Noelia y Ainhoa charlan de esto y de aquello y él es completamente ignorado. Genial. Gira la cabeza y se topa con el aparato que emite la música. A su lado, en una estantería, hay alrededor de una centena de CDs, quizá esa horripilante música techno no sea la más adecuada para sus planes. Se acerca a donde lo CDs y los ojea. Hay un poco de todo. Están Lady Gaga, Bruno Mars, Madonna, Eminem, Rihanna, Green Day, U2, Linkin Park, Robbie Wiliams… ¿Pero es que no hay ni un solo disco en español? Se acerca a la mesa de bebidas, coge un vaso, lo llena y se lo lleva a la boca sin prestar atención a lo que está bebiendo. Cuando se lo termina, llena de nuevo y mismo procedimiento. Una vez tras otra. Sin parar. Cuando ya está medio borracho se acerca a Ainhoa. Alguien ha introducido en la minicadena un CD con una mezcla de música de todo tipo y ahora mismo se escucha la voz de Shakira y una de sus letras difíciles de entender que lo es más aún si llevas unas copas encima. Adrián se anima y abraza a Ainhoa en cuanto la ve.
-Te quiero.
-Estás borracho.
-No -la abraza aún más fuerte.
Alguien aporrea la puerta. Marco abre. Un chico con pantalón baquero y una camiseta negra de manga corta con letras plateadas intenta colarse. Marco lo agarra y lo echa hacia atrás.
-No puedes entrar sin invitación.
-Conozco algunos de los que están aquí dentro.
-Lo siento amigo, aforo máximo -le da con la puerta en las narices.
Erik rodea la casa y da con un ventanal. Se acerca para observar el ambiente. Alejados del resto una pareja da tumbos muy pegaditos. Los reconoce, son Ainhoa y el tipo del Audi. Ha llegado tarde. Se quita la camiseta, la posa sobre su codo y da un golpe seco al cristal. Una decena de personas que andan por allí cerca lo miran atónitas sin saber como reaccionar, el resto no se ha dado cuenta de nada gracias a Shakira. Se vuelve a poner la camiseta y entras por la ventana pisoteando trozos de cristal. Se Sienta en un sofá bajo la atenta mirada de aquellos que lo han visto romper la ventana, pero él no dice nada. Se limita a mirar desde la lejanía como su reina baila con el ogro. Empieza a ver algo raro en los movimientos de ambos. Por un momento le parece que Ainhoa lo rehuye, aunque quizá es todo fruto de su imaginación. La canción de la cantante de Colombia llega a su fin y, en los segundos de silencio que pasan mientras comienza a sonar otra canción, Adrián ataca y se acerca a los labios de Ainhoa. Erik observa atento y cuando Adri está demasiado cerca aparta la vista y justo entonces… ¡Plaf! Todo el mundo gira la cara hacia los dos bailarines que estaban a punto de besarse. Adrián se lleva la mano a la cara y Ainhoa niega con la cabeza. ¿Qué ha podido pasar en la milésima de segundo en la que Erik no miraba? Adrián sale corriendo y Ainhoa empieza a llorar. Julio se acerca rápidamente a la chica para ver lo que ha sucedido, pero entonces ve como alguien se acerca con el gesto serio y paso firme. Erik le hace un gesto para que se marche. Tiziano Ferro empieza a cantar <<Quiero hacerte un regalo…>>. Erik termina de acercarse y abraza a Ainhoa por la espalda. Se acerca a su oído y le susurra.
-No llores, reina.
Ainhoa ahora se siente protegida. A gusto entre esos brazos. Se gira para verle la cara aunque sabe sobra quien es.
-¿Dónde has estado? -Erik le seca las lágrimas mientras lo pregunta.
-Cuidándote -le besa la frente-. Quiero donar tu sonrisa a la luna…
Ainhoa está confundida, no lo entiende. Erik le pide que escuche y Tiziano Ferro repite lo que él acaba de decir. <<Quiero donar tu sonrisa a la luna y que de noche quien la mire pueda pensar en ti>>. Erik continúa a la vez que el cantautor italiano.
-…Porque tu amor para mi es importante y no me importa lo que diga la gente -le guiña y ella se abraza aún con más fuerza a él-. Disculpa la tardanza, había asuntos turbios en palacio y…-ella lo calla con un beso. Un beso que Erik no esperaba. Un beso que siempre había imaginado de otra forma. Después retoma sus palabras-. Y, a veces, soy un poco imbécil, pero después se me pasa y me arrepiento porque… -otro beso lo silencia. Después casi no recuerda por donde iba, pero consigue continuar-. Porque te quiero -se le escapa una sonrisa. Al fin. Se siente liberado de todas las cadenas que lo ataban-. Te juro que cada vez que te veía con… Fui al cine cuando estuvisteis en la película del elefante y…
Ella se da cuenta de su dificultad al expresarse y empieza a hablar con ayuda de Tiziano Ferro.
-…No quiero lastimarte más, amor…
Y esta vez es él el que se lanza y la besa. Después se abrazan. Cambia la música. Por primera vez suena algo español, pero ninguno de los dos está atento a ello. La gente que hay a su alrededor da saltos, ellos continúan abrazados y sonriéndose.
-Ahora vengo, voy a por algo de beber.
Más alejados otra pareja los mira. Noelia sonríe, ha ganado la batalla y Julio no cabe en si de asombro. Así que era ella. Cuando su amigo hablaba de esa forma era por culpa de Ainhoa. Tiene la sensación de haberse perdido unos cuantos capítulos en aquella historia.
Erik se acerca a la improvisada barra y pide. Mientras espera las bebidas Julio se acerca a él y le da un golpe en el hombro.
-Siempre consigues impresionarme -ríe y Erik se avergüenza un tanto-. Mira quien hay allí -le señala a un tipo trajeado que está acompañado de unos cuantos amigos. Erik no lo reconoce-. Es el del banco, el del BMW y, si está aquí, el BMW tiene que estar fuera.
El camarero deja sobre la barra las bebidas que le ha pedido Erik, quien agarra la suya y echa un trago para ver las cosas más claras. Echa un vistazo hacia Ainhoa, la chica está rodeada de amigas que él no conoce de nada, le da corte. Julio le roba la copa que le corresponde a Ainhoa y él también bebe. Observan al chico trajeado reír, quizá esté diciendo alguna tontería, quizá está ligando con la única chica que hay en su grupo o quizá se tambalea porque lleva copas de más. Lo que es seguro es que su castigo va a ser, quizá, un poco excesivo. Erik suelta el vaso en la barra con decisión y Julio asiente orgulloso de su amigo. Salen sin ser vistos por la ventana rota y, tras recorrerse la calles cercanas a la casa donde se da la fiesta durante un buen rato, dan con lo que buscan. Un BMW m3 coupe en color blanco. Julio pasa por su lado con las llaves de casa desenvainadas y hace el primer rayón. Después, en el capó, él mismo escribe con letras grandes la palabra “gilipollas”. Erik parece mantenerse al margen y Julio contiene sus ganas de seguir haciendo con ese BMW lo que los bebés hacen con las paredes recién pintadas.
-¿Qué te pasa?
-Tú eres muy poco sutil, ¿verdad?
-¿Qué quieres que le dibuje una florecita para mejorar la estética del coche? Vamos, no me jodas.
Erik se acerca a la puerta del conductor y prueba abrirla con pocas esperanzas pero, contra todo pronóstico, se abre. Erik traga saliva, no se lo esperaba. ¿Quién deja la puerta de un BMW abierta? Se sienta dentro y observa el paisaje que le ofrece el interior del automóvil. Un paisaje que no tarda mucho en destrozar. La alarma del coche no tarda en saltar, pero un golpe en el lugar idóneo es suficiente para que deje de despertar a los vecinos de la zona.
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